Un poema del poeta mexicano, Luis G. Urbina (1868-1934).
Era un cautivo beso enamorado,
de una mano de nieve que tenía,
la apariencia de un lirio desmayado
y el palpitar de un ave en agonía.
Y sucedió que un día,
aquella mano suave
de palidez de cirio,
de languidez de lirio,
de palpitar de ave,
se acercó tanto a la prisión del beso,
que ya no pudo mas el pobre preso
y escapó;mas, con voluble giro,
huyó la mano hasta el confín lejano,
y el beso, que volaba tras la mano,
rompiendo el aire, se volvió suspiro.
de una mano de nieve que tenía,
la apariencia de un lirio desmayado
y el palpitar de un ave en agonía.
Y sucedió que un día,
aquella mano suave
de palidez de cirio,
de languidez de lirio,
de palpitar de ave,
se acercó tanto a la prisión del beso,
que ya no pudo mas el pobre preso
y escapó;mas, con voluble giro,
huyó la mano hasta el confín lejano,
y el beso, que volaba tras la mano,
rompiendo el aire, se volvió suspiro.
5 comentarios:
Bello poema, Armida. Nunca pensamos dónde quedarán tantos besos como lanzamos al aire.
Te lanzo yo otro, cázalo antes de que se vuelve suspiro.
Gracias por el comentario y el beso Pedro, te juro que no se volvió suspiro.
Muy dulce y sencillo... la verdad me encanto...
un beso Armida
Armida querida hermoso el poema. Gracias por tu presencia amiga mía. te quiero mucho
Carlos Eduardo
Un encanto el poema ...
Un abrazo.
Sill
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