La pobre viejecita
Érase una viejecita
sin nadita que comer
sino carnes, frutas, dulces,
torta, huevos, pan y pez.
Bebía caldo, chocolate,
leche, vino, té y café,
y la pobre no encontraba
qué comer ni qué beber.
Y esta vieja no tenía
ni un ranchito en que vivir
fuera de una casa grande
con su huerta y su jardín.
Nadie, nadie la cuidaba
y ocho criados y dos pajes
de librea y corbatín.
Nunca tuvo en qué sentarse
sino sillas y sofás
con banquitos y cojines
y resorte al respaldar.
Ni otra cama que una grande,
más dorada que un altar,
con colchón de blanda pluma,
mucha seda y mucho olán.
Y esta pobre viejecita
cada año, hasta su fin,
tuvo un año más de vieja,
y uno menos que vivir.
Y al mirarse en el espejo
la espantaba siempre allí
otra vieja de antiparras,
papalina y peluquín.
no tenía que vestir
sino trajes de mil cortes
y de telas mil y mil.
chanclas, botas y escarpín,
descalcita por el suelo
anduviera la infeliz.
Apetito nunca tuvo
acabando de comer,
ni gozó salud completa
cuando no se hallaba bien.
Se murió del mal de arrugas,
ya encorvada como un tres,
y jamás volvió a quejarse
ni de hambre ni de sed.
al morir no dejó más
que onzas, joyas, tierras, casas,
ocho gatos y un turpial.
Duerma en paz, y Dios permita
que logremos disfrutar
las pobrezas de esa pobre
y morir del mismo mal.
Esta es una de mis poesías favoritas, la tomé del libro "El galano arte de leer", que llevé en la clase de Literatura en la escuela secundaria, hace muuuchos años. La imagen la tomé directamente del libro, con mi camarita electrónica. ¡Disfrútenla!
2 comentarios:
Sí, también yo deseo pasar las penurias de esa pobre viejecita.
Es un poema muy hermoso. Gracias por compartirlo.
Un beso.
Qué lindo poema!
Tan sencillo y dice tanto...
Un beso
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