Las calles se convierten en pabellones de paz. Aquel que se cree marchito por dentro descubre que no es cierto, que aún no está muerto y explota en versos.
Crestas de amor parecen batallar con tanto dolor, el odio se amilana por un instante, esperando que pase…
El mundo bosqueja milagros, se desacredita la desarmonía. Cotizan los buenos deseos, contagiando al más incrédulo. Resplandores de fechas ardientes…
Me gusta diciembre porque la vida corre por mil brechas abiertas, los fantasmas se amparan en las sombras, no les gusta la risa ni el aroma a azahares.
1 comentario:
Me gusta diciembre también, especialmente por que me regaló cosas buenas y una de ellas tu amistad.
Un abrazo
Carlos Eduardo.
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